













Antiguamente, los muertos eran inhumados en los llamados "camposanto", en la parte posterior de las iglesias y las personalidades importantes en el interior de las mismas.
En 1820, durante el gobierno de Martín Rodríguez y su ministro, Bernardino Rivadavia, fueron expropiados los terrenos ocupados por el huerto de la Congregación Franciscana, siendo destinados a la construcción del Cementerio del Norte (el primer cementerio público en la ciudad de Buenos Aires).